Situación sociolingüística

La lengua nivaĉle (ISO: cag) pertenece a la familia lingüística mataguaya, junto con el chorote, el maká y el wichí/weenhayek. La extensión geográfica de esta familia es bastante amplia y abarca tres países sudamericanos: noreste de Argentina, sudeste de Bolivia y sudoeste de Paraguay, en el Gran Chaco. A partir de un estudio léxico-estadístico, Tovar (1964) concluye que el chorote y el wichí son las lenguas más estrechamente emparentadas, ya que comparten un 50% del vocabulario básico, y que el nivaĉle es la lengua que presenta “más semejanzas con todas las otras” (Tovar 1981: 20). Por su parte, Fabre (2005: 3) postula la existencia de dos ramas principales: I, wichí, chorote; y II, maká, nivaĉle, teniendo en cuenta la proximidad léxica. No obstante, el autor llama la atención respecto de la necesidad de reevaluar la ubicación del chorote, ya que, si se consideran ciertos rasgos gramaticales relevantes, el chorote estaría más próxima al maká y al nivaĉle, y apartada del wichí (Gutiérrez & Nercesian 2021).

El nivaĉle ha sido referida en la literatura como gentuse/wentusi/wentusix (Espínola 1794; Greenberg 1956; Loukotka 1968, citado en Stell 1987:20), ashlushlay (Nordenskiöld 1910; Henry 1936; Wicke & Chase-Sardi 1969; Stell 1972), chunupí o suhin (Hunt 1915, 1924) y chulupí (Junker, Wilkskamp & Seelwische 1968; Stell 1987), entre otros. Actualmente, nivaĉle es el nombre comúnmente utilizado en Paraguay y chulupí en Argentina.

No se ha alcanzado todavía un total acuerdo sobre el número de subgrupos que constituyen el pueblo nivaĉle –tanto dentro de la literatura, como dentro de los miembros de su pueblo. Klein & Stark (1977: 392) mantienen que hay dos grandes grupos: los ‘chulupí del interior o del monte’ y los ‘chulupí del río’. En contraste, Chase-Sardi (1981) y Stell (1987) sostienen que existen cinco grupos: (i) chishamne’ lhavos ‘los arribeños’, (ii) shichaam lhavos ‘los abajeños’ (tanto (i) como (ii) pertenecen al grupo tovoc lhavos ‘gente del río [Pilcomayo]’), (iii) yita’ lhavos ‘los montaraces’, (iv) jotoy lhavos ‘los espartilleros’ y (v) tavashay lhavos ‘los campesinos. Por su parte, Fritz (1994) y Siffredi (1989) sostienen la existencia de tres grupos: chishamnee lhavos, shichaam lhavos, y yita’ lhavos.


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Figura 1. Subgrupos nivaĉle en Paraguay (1: chishamnee lhavos, 2: shichaam lhavos, 3: yita’ lhavos, 4: jotoy lhavos, 5: tavashay lhavos. Fuente: Stell 1987:24)


En base a los datos recogidos en su trabajo de campo (Gutiérrez 2015:7), estos cinco subgrupos son reconocidos por los nivacle. Sin embargo, no son del todo claras las diferencias lingüísticas entre los jotoy lhavos, tavashay lhavos y los otros subgrupos. Las diferencias dialectales mayormente consisten en (i) vocabulario (particularmente notable entre los chishamnee lhavos, shichaam lhavos y yita’ lhavos (ii) fonología: (a) en la variedad jotoy lhavos no hay contraste entre la vocal /ɑ/ y /a/ (b) en la variedad jotoy lhavos, la secuencia /k͡lʔ/ se pronuncia como [kʼ] (cf.Los sonidos y el alfabeto) (iii) fonética: la vocal epentética [e] es usada mayormente en la variedad chishamnee lhavos, mientras que la vocal [i] es usada con más frecuencia en la variedad shichaam lhavos.

En diversos trabajos de campo y entrevistas con hablantes nivaĉle, Gutiérrez (2013, 2015) ha corroborado que estos cinco subgrupos regionales son reconocidos dentro del pueblo nivaĉle y ha encontrado que la variedad señalada como de prestigio es la de los shichaam lhavos. Sin embargo, la variación lingüística (principalmente a nivel lexical y fonética) no dificulta la interinteligibilidad. Además de estas variedades regionales, se ha documentado una serie de diferencias léxicas y morfosintácticas que han ido emergiendo entre generaciones de jóvenes y de ancianos. Las diferencias intergeneracionales, de hecho, han sido motivo de reflexión entre los hablantes ancianos y maestros de la comunidad semi-urbana de Uj’e Lhavos, donde la mayoría de los adolescentes son bilingües y “mezclan el español con el nivaĉle” (José Rojas 2011, c.p). A su vez, los hablantes jóvenes han manifestado ciertas dificultades para comprender expresiones de sus abuelos. En ese sentido, cabe mencionar que varias prácticas tradicionales nivaĉle se han ido abandonando en comunidades semi-urbanas como la de Uj’e Lhavos donde hay un mayor contacto con la sociedad paraguaya y menonita. Por ejemplo, según Félix Ramírez (c.p.), miembro fundador de la CLPN: “antes, cada noche, los ancianos contaban algún mito a los nietos por una o dos horas [...] ahora empezamos a olvidarnos de las cosas porque estamos dentro del pueblo de los blancos”. El rol de los medios también es señalado como una de las causas de la retracción en ciertos usos de la lengua: “no hay tiempo ahora, porque tenemos cosas modernas, tenemos televisión, escuchamos la radio y las noticias; es imposible acordarse de las cosas del pasado. Así es, se olvidan todas las cosas”. Además, prácticas tradicionales como la caza, la recolección de miel y frutos, y la celebración de los ritos de iniciación —junto con sus festividades asociadas: danzas tradicionales, juegos y preparación de la chicha de algarrobo— son dominios indisociables de conocimiento lingüístico-cultural a los cuales las generaciones más jóvenes no acceden de modo directo. De este modo, dentro de la comunidad de Uj’e Lhavos se percibe que junto con el abandono de las prácticas culturales y la presión del español, el nivaĉle ha empezado a cambiar, y en algunos aspectos, a retraerse (Gutiérrez 2021:46).

En los últimos años, miembros de comunidades nivaĉle, con el acompañamiento de la Organización Tierra Libre, han venido desarrollando el proyecto “Recuperación de la memoria territorial nivaĉle”, que incluye el registro y la transcripción de testimonios de ancianos y ancianas nivaĉle y la elaboración de mapas de las comunidades en el Chaco paraguayo.


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